martes, 22 de noviembre de 2016

EL CLIENTE



Enamorarse de una prostituta no es muy astuto que digamos. Desafiar a un jefe mafioso local para encontrar a esa misma prostituta, tampoco es precisamente una jugada astuta. Secuestrar a la única hija del proxeneta para presionarlo es menos astuto si cabe. Pero creer que al final todo ese enredo terminará bien, ¡eso sí que es un puro disparate!

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